P. Agustín Celis

Hay un texto de la Sagrada Escritura que dice, “la paz este con ustedes” (Jn 20, 19). Este es un deseo que hay en el corazón de muchos ciudadanos en el mundo, porque en medio de todo este clima de violencia e inseguridad, nos sentimos en la necesidad de hacer este discernimiento con el fin de fortalecer la esperanza para aquellas personas que viven en un constante clima de miedo, de dolor e incertidumbre.

La sociedad debe seguir su misión de extender ese deseo de paz para todas las personas, no podemos seguir tranquilos cuando vemos que la integridad de los seres humanos se cae a pedazos, por los deseos de poder de algunos. No podemos dejar que nuestros líderes tomen la bandera del odio y la violencia, llevándonos entre los pies a todos los ciudadanos.

Se debe oír la voz de los que buscamos vernos como hermanos, no es posible que en nuestro país el deseo de paz venga de los que siembran violencia en la sociedad y pretendan engañarnos, convenciéndonos de que la paz nos llega a los pueblos, matando a los buenos y dejando como encargados del orden en los malos.

Debe sobresalir el pensamiento maduro y razonable de los buenos, de los que construimos la sociedad con esfuerzo y entrega, de los que trabajamos jornadas cansadas y pero siempre con una actitud positiva, de los que buscamos acrecentar los valores en la sociedad. No puede ser posible que, las ideas de los se mueven por afanes torcidos vengan a destruir la sociedad y a robarnos la paz.

Debemos aprender la sublime lección de anunciar el amor, las ideologías de la paz, con la confianza puesta en la fuerza transformadora del amor. Porque la fuerza que ejerce el amor en los corazones de los ciudadanos nos ha ayudado a levantarnos en varios momentos, nos ha unido en los momentos de desastres. Tenemos que seguir creyendo que somos ciudadanos creados por amor y para amar al prójimo y la creación.

Cuantas veces, hemos escuchado que en toda la geografía nacional, hay un clima de hechos violentos, que los ciudadanos han tenido que abandonar sus pertenencias y salir huyendo. Todo esto ha manchado la soberanía nacional, y nos ha alejado de la paz tan deseada por cada uno de nosotros. Aunque esta situación repercute negativamente en la vida de las personas y envenena el alma con resentimiento, miedo, angustia y deseos de venganza, debemos seguir promoviendo la paz entre los ciudadanos.