Por: Lic. Sergio López Melchor

Vino el presidente Ernesto Zedillo a Morelia y en el Palacio Clavijero saludó a cada uno de los diputados convocados a la cena. Al llegar a mi lugar, le dije, en unos cuantos segundos, que con su intervención se podrían generar cientos de empleos, con la ampliación “Marítaro” en la Geo termoléctrica de Los Azufres, que se sabía, tendría una inversión de cien millones de dólares. Me contestó: “platica con el Ingeniero Carlos Rojas”. Unos metros atrás venía el Ingeniero, que era entonces Secretario de Desarrollo Social. Le entregué un escrito con mi petición. _ Te espero en México, _ fue su respuesta, en el tono comedido y  amable que lo caracteriza.
Pedí a don Roberto Molina que me acompañara, porque sabía bien que el Ingeniero le tenía estimación. Nos Recibió en sus oficinas de la SEDESOL, en la Avenida Constituyentes, cerca de un campo militar.
El saludo fue cordial y afectuoso.  La relación con el Ingeniero Carlos Rojas venía de años atrás y tenía especial predilección por nuestro municipio. Sin duda se identificaba con nuestro estilo de trabajo como presidentes municipales y nos respaldó en todo lo que le pedimos.  Ya antes habíamos estado en su oficina acompañados del Patronato de la Ciudad de Los Niños, del que éramos parte. Esa vez nos autorizó para la obra, un millón de pesos, que hace veinticinco años era una buena cantidad de dinero.
Abordamos el tema de la ampliación de la Central Geo termoeléctrica de Los Azufres, lo que por su mediación se turnó a la Secretaría de Energía, que diez días después nos envió un comunicado en el que explicaba que hacía varios años, se había cancelado la asignación de la obra y que se volvería a licitar; lo que así sucedió y se realizó la obra que duplicó la capacidad de generación, de 50 a 100 mega watts.
Don Roberto Molina, abordó entonces un tema que era de todo su interés, porque en aquellos años más de trescientos jóvenes se quedaban sin ingresar al bachillerato al concluir la educación secundaria, principalmente por falta de recursos para pagar la colegiatura, ya que las dos preparatorias, la Adolfo López Mateos y la Taximaroa, no eran gratuitas. Le pidió al Ingeniero que nos ayudara para contar con una institución de educación media superior, en Ciudad Hidalgo. Preguntó si no teníamos un Colegio de Bachilleres y se comprometió a gestionarlo siempre que el Gobierno del Estado aportara su parte.
Había sido un buen día y regresábamos por la autopista, pero al llegar a la desviación de Maravatío, pasando el puente que pasa sobre la rua, me dijo don Roberto: “no es tan tarde, porque no me dejas aquí y te vas a Morelia a ver al Gobernador. Le comentas lo que nos dijo el Ingeniero Carlos Rojas”. Una desvencijada camioneta, que bien pudo ser modelo cincuenta, o unos años menos vieja, que transportaba tarimas usadas y madera para cimbra, se detuvo y le dio un raid rumbo a Maravatío.  Pasaba de las cinco de la tarde y con más dudas que optimismo, fui Morelia, directo a la Casa de Gobierno.
Me marcó el alto el vigilante, a la entrada del estacionamiento. _ ¿Viene a la reunión?, preguntó. No era invitado, pero mi respuesta fue afirmativa y me dirigí al salón de reuniones más próximo al acceso. Presidían la Reunión el Gobernador del Estado, Que era el Lic. Victor Manuel Tinoco Rubí y la Maestra Julia Carabias, Secretaria de SEMARNAT. Esperé menos de una hora y el Gobernados se dirigió al toilette y a su regreso, le hice saber la disposición del Secretario de apoyar con la parte federal para una preparatoria. Dígale que ¡adelante¡ Fue su respuesta.
continuará