ARENA SUELTA

POR: TAYDE GONZÁLEZ ARIAS

Hablamos de piedad, cuando nos encontramos frente al dolor del otro y podríamos mostrar una actitud solidaria, aunque al inicio se trata de un sentimiento, que nace al ver aquello doloroso o de melancolía, y algo pasa en uno mismo, que puede motivarnos a solidarizarnos o no, es decir se puede ser piadoso sin mostrarlo.

Aunque la piedad es una devoción frente al santo o a aquello que debíamos respeto, mostramos piadosos frente a los padres, los hermanos, o más cercanos, así como a lo sacro, cívico o moral.

Si existe una palabra que se ha utilizado a lo largo de la historia del hombre, esa es, la piedad, una vez que tuvo un significado intrínseco al ser humano y lo divino. Así sucedió en el tema religioso en el que se llegaba a señalar a los creyentes religiosos, o más acérrimos allegados a alguna iglesia como personas piadosas, condición que pasado el tiempo ha ido cambiando.

Hablamos de la piedad popular cuando nos referimos a la religión considerada como elemento santo, exigiendo una piedad religiosa, mostrada a la divinidad, con rezos o culto, a las imágenes y el respeto que puede encierran los valores o filosofía de esa religión.  Sin embargo, respecto a las expresiones mayores de la piedad, la encontramos en la compasión.

La piedad, siendo una experiencia personal interior, y se puede expresar en palabra, en gesto o acciones, cada una de estas expresiones tienen un valor, por si solas, lo importante es lo que pasa al interior de la persona que vive esta experiencia.

Desafortudamente en algunas culturas, la palabra piedad ha caído en sentido negativo, porque se llega a confundir con el orgullo, el poder, el sobajar, o expresión de debilidad para quien la recibe.

El deseo real de la piedad debe ser el de la fraternidad, es decir entre el ser humano, las cosas y a la naturaleza para que exista un sentimiento de pertenencia, en esta vida efímera, teniendo conciencia de la necesidad de ayudarnos uno a otro, acompañándonos con la justicia, a la solución de los conflictos personales y sociales.

El amor asume colores de la piedad, sobre todo cuando se decide caminar juntos, y al llegar al final del destino humano, se muestra el rostro de la fraternidad, de la solidaridad, una vez que el romance o el erotismo desaparecen. Lo que se sintió a los veinte años, pudiera ser tan apasionado que, al paso de la prueba de los años como la fidelidad,

En el arte se le llama piedad, a las figuras religiosas como lo es María frente a su hijo Jesús, en la muerte, mostrando una belleza inigualable, al tocar lo que somos de verdad, es decir la humanidad, lo más profundo en el sentimiento de cercanía en el uno del otro que solo puede encontrarse en el sentimiento de una madre con un hijo.

Cómo puedo amar a los que me hacen daño, cómo a mi familia, pues lo puedo hacer siendo piadoso, perdonando o disculpando a los que me dañaron. Es importante reconocer que la piedad se siente y se vive al percibir la debilidad del otro o los demás en nosotros, sabiendo que en cualquier momento podríamos necesitar que alguien nos sea piadoso.

Vale la pena reconocernos en nuestra mortalidad, y acabar con las enemistades, recargándonos en la piedad, y permitiendo que los cobije un manto realmente humano, antes que la parte animal que al parecer es la que mas mostramos.  

Aunque se llega a confundir la piedad con la misericordia, o la compasión, e incluso con el amor, podríamos buscar argumentos para separar una de la otra, o decir por ejemplo que éste ultimo sólo ha sido el concepto más utilizado para el comercio, lo cierto es que, como la bondad o el odio, se trata de sentires que no van separados unos de otros, sino que por el contrario al vivir uno ya se encuentra inmiscuido el otro.