Rocío Martínez Preciado

19 de Abril de 2021

 

UN ABRAZO DE LUZ

María, era una mujer de 45 años de edad. Se encontraba ya varios días internada en el hospital esperando entrar a su operación de columna, eran las 9:00 pm, cuando entró una enfermera y acercándose a su cama la inyectó y salió.
María le dijo a su hija que la cuidaba “Me estoy sintiendo mal” fue lo único que logró hablar, después solo recuerda que escuchaba a lo lejos voces de doctores “María respira, María respira”. No cesaban de hablarle, escuchaba voces de doctores muy preocupados y alterados hablándose unos a los otros. De repente después de escucharlos, vio tres imágenes la primera su madre, que murió cuando María era una niña, la miraba desde lo alto hacia abajo donde María se encontraba en urgencias rodeada de doctores.
La mirada de su madre reflejaba profunda tristeza.
La segunda imagen era de una sala llena de personas sentadas en silencio y su niño hijo de María quien había muerto dos años atrás, lo encontró jugando en el suelo feliz y su carita reflejaba mucha paz.
La tercera imagen que María vio fue una fila de personas paradas una tras otra, se le ocultaba su rostro todas rodeadas de mucha luz blanca y delante de ella Rebeca la esposa de su hermano Raúl quien vive le decía con señas, ¡Ven! ¡Ven!
María dejó de escuchar voces e imágenes y pasadas la horas hasta que despertó al día siguiente encontrándose conectada con oxigeno ¿Preguntándose que fue lo que le sucedió?
Le informaron que la enfermera le había inyectado un medicamento llamado dipirona para el dolor y que resultó alérgica a ese medicamento, esto le causó un shock anafilactico y a consecuencia le provocó una trombolia pulmonar, coágulos en sus pulmones y eso ocasionó que su corazón se detuviera.
Ella murió; ¡A María se le había parado su corazón!
¡Tuvo un abrazo de luz! ¡Y volvió a la vida!
A mí en lo personal, mi búsqueda continúa de la verdadera naturaleza de Dios durante muchos años, llegando a creer que cuando una persona muere hasta el día de la resurrección cuando Cristo vendrá y los justos resucitarían con él. Lo pensaba a menudo siempre temerosa de mi propia muerte y de la oscuridad que la seguiría.
Ahora en la Asociación que yo presido con niños enfermos de cáncer, he llegado a conocer la presencia de dos grandes fuerzas en el universo y el sometimiento de ambas a la autoridad de Dios, que son la mente y el espíritu, que ejercen una gran influencia sobre la carne.
Comprendí que la mente tiene el poder de influir en nuestro estado de salud y abrazada con el espíritu es absolutamente increíble.
Hay historias que he escuchado, vivencias como la de María, entre ellas, una mujer que su fe en Dios y en su hijo que sabia se encontraba con él.
Ella luchó y volvió a la vida porque encontró en ese abrazo de luz que tenía una misión por lograr a nombre de su hijo.
Ahora María convive y lucha con niños enfermos de cáncer como su hijo ya muerto.
¡Abrazo de luz!. Comienza desde los rayos del sol al amanecer y termina a la luz de la luna y las estrellas y si las envolvamos en nuestra fe y amor, comprenderemos que es lo que Dios desea es darnos a comprender y cual hoguera deseamos con nuestra vida.
Ser esa lámpara de aceite que cuando vayamos agregándole risa, cariño, ilusión, compañía, compresión. Esa lámpara que es nuestra vida, irá iluminado el sendero de nuestro camino que bello y gratificante será cuando seamos también ¡un abrazo un abrazo de luz hacia los demás!
Esa mujer que murió y Dios la ama tanto que le dió el gran milagro de otra oportunidad de vida. Soy yo, Maria Rocío quien escribe está columna.
Dios por delante.
Roció Marinez Preciado.
Presidenta
Los Planes de Alonso.
Cel. 4626058359
Correo: rociomartinezpreciado@hotmail.com