– Junto con más de 30 mil michoacanos que se dieron cita en el Centro Histórico de Morelia, la legisladora participó en la movilización “En defensa por la democracia”, así como del Instituto Nacional Electoral frente a la determinación federal por destruirlo.

En México es evidente el repudio a la reforma electoral que impulsa el Ejecutivo Federal contra el Instituto Nacional Electoral, la cual es lesiva para la democracia nacional, recalcó Julieta Gallardo Mora, diputada por el distrito de Puruándiro en la LXXV Legislatura del Congreso del Estado.

Junto con más de 30 mil michoacanos que se dieron cita en el Centro Histórico de Morelia, la legisladora participó en la movilización “En defensa por la democracia”, así como del Instituto Nacional Electoral frente a la determinación federal por destruirlo.

“Hoy en muchas ciudades del país, miles de mexicanas y mexicanos levantamos la voz en defensa de la democracia, de autoridades electorales que garanticen como hasta ahora, certeza en los procesos electorales, los cuales no deben retornar a ser controlados por el gobierno”.

Julieta Gallardo recordó que el sistema democrático que existe en el país, es proceso de una lucha histórica de las y los mexicanos, por el que se perdieron cientos de vidas y finalmente, se logró arrancar del control del partido único de gobierno y del Ejecutivo la organización de los comicios.

“El sistema electoral de México es ampliamente reconocido a nivel internacional, sin embargo hoy enfrenta un grave embate por parte del Ejecutivo Federal y de sus aliados, al pretender controlar la voluntad de las y los mexicanos en los comicios”.

Recordó que como militante fundadora del Partido de la Revolución Democrática, y habiendo sido partícipe del Frente Democrático Nacional que en 1988 ganó las elecciones presidenciales con Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, no olvida la “caída del sistema” que operó el hoy titular de la Comisión Federal de Electricidad, Manuel Bartlett Díaz que para entonces encabezaba la Secretaría de Gobernación, la cual era la encargada de la organización de los comicios hasta entonces.

“El partido único en el poder era el que tenía el control de los procesos electorales, y tras el oprobioso momento de 1988, la lucha histórica de las y los mexicanos por elecciones democráticas, obligó la creación de un sistema electoral que garantizara la certeza, legalidad, independencia, imparcialidad y objetividad”.

Subrayó que el Instituto Nacional Electoral y los organismos electorales de las entidades federativas, al mantener su condición autónoma, son garantes de una real competencia entre aquellos que participan, así como la alternancia y la posibilidad de que la voluntad de la ciudadanía manifestada en su voto sea respetada.