– La consecución de la justicia no se garantiza en el marco de escenarios circenses, en los que el efecto y la ilusión es el fin para conquistar simpatías

El caso de Emilio Lozoya Austin se ha evidenciado como un talk show para los adeptos de la autodenominada Cuarta Transformación, en donde el centro está en el consumo de revelaciones mediáticas de alto impacto y no en cuidar el debido proceso, subrayó el diputado Antonio Soto Sánchez, coordinador del Grupo Parlamentario del Partido de la Revolución Democrática en la LXXIV Legislatura del Congreso del Estado.

El legislador señaló que la consecución de la justicia no se garantiza en el marco de escenarios circenses, en los que el efecto y la ilusión son el fin para conquistar simpatías.

“Desde años atrás en el Partido de la Revolución Democrática hemos sido muy claros en ese sentido, sólo el apego estricto a la norma y al debido proceso es el camino para arribar a la justicia, máxime en casos de corrupción que entrañan profundos intereses políticos».

“Desafortunadamente en el caso Lozoya vemos por parte del Gobierno Federal y de la Fiscalía General de la República, una serie de desatinos procesales que parecieran pretender descarrillar el proceso desde un inicio y sólo usarlo como ariete de batalla para el proceso electoral que está encima”.

Antonio Soto apuntó que, en el colmo de los absurdos, Emilio Lozoya promueve denuncias penales en contra de delitos en los que participó de manera directa, para elidir mediante artilugios acordados con el Gobierno Federal toda responsabilidad legal en la participación de esos hechos.

“El titular del Ejecutivo Federal está tan obcecado en concretar procesos penales en contra de sus antecesores en el cargo, que no le importa realizar acuerdos con el diablo para poder lograrlo, y en esos delirios vemos una vez más como el aparato de procuración de justicia en el país, es utilizado políticamente y cómo estos casos emblemáticos de corrupción nacional acabarán en pan y circo”.

Demandó claridad y apego a la Ley en el proceso contra Emilio Lozoya, en donde los acuerdos por debajo de la mesa dejen de ser la manera en que investigan y conforman los casos, y en donde los responsables directos gozan de la venia de las autoridades para en plena libertad celebrar incluso reuniones de festejo en sus casas.