Por: Lic. Sergio López Melchor.

La Doctora Ana María Magaloni, era sin duda la máxima autoridad en bibliotecología, con más de treinta publicaciones sobre diversos aspectos relacionados al tema. Investigadora de la UNAM, con un sobresaliente curriculum, ocupaba entonces el cargo de Directora Nacional de Bibliotecas de la Secretaria de Educación Pública.
Acudimos a la cita en el Centro de Convenciones de Morelia, treinta presidentes municipales. El propósito era motivar a los ediles para dignificar los espacios que ocupaban las bibliotecas públicas. No nos pedía mucho: pintar el local, restaurar el mobiliario y procurar un servicio constante; a cambio, ofrecía donarnos lotes de libros para enriquecer el acervo bibliográfico.
Al término de la reunión comenté a la Directora que en Ciudad Hidalgo, más bien, necesitábamos una nueva biblioteca, moderna y funcional y con muchos más libros. Me dedicó un buen rato; abundó sobre la importancia del conocimiento y la información al alcance de la comunidad estudiantil y la sociedad en general y por sus cometarios regresé convencido de iniciar la obra.
Esa misma tarde localizamos un terreno céntrico y de dimensión adecuada, que era propiedad del Ayuntamiento. El Arq. Martín Marín, Director de Obras Públicas, se encargó de diseñar un proyecto que revolucionaba el concepto de cualquier centro bibliográfico en la entidad, incluso de la capital. Contaría con una espaciosa biblioteca, con hemeroteca, videoteca, biblioteca infantil, laboratorio de idiomas y sala de proyecciones. Pretendíamos tener acceso a internet, que todavía era de uso muy limitado. Para ello se requería de equipos sofisticados y la Universidad Michoacana (UMSNH) nos ayudó a definirlos y cuantificar el costo de los mismos, que en conjunto ascendía a $300,000 dólares.
Sin contar con presupuesto iniciamos la obra civil, que fue calculada en un millón doscientos mil pesos. Se constituyó un patronato que integraron el ingeniero Tarsicio Herrera, la profesora Martha Elba Durán y otros voluntarios. Algunos ciudadanos aportaron donativos para la construcción de los cimientos y las bardas de la primera planta.
Durante una gira del Gobernador, Lic. Ausencio Chávez Hernández, lo invitamos a conocer la obra y nos regaló una camioneta pick up, con la encomienda de rifarla y sacarle, dijo, doscientos mil pesos.  Obtener dinero de los ciudadanos como cooperación, es un buen indicador de la relación entre el gobierno y la sociedad. Afortunadamente nos compraban hasta blocks de cincuenta boletos, como hizo don Pancho Núñez, Don Rubén Gutiérrez, entre otros.
Sin embargo, eran demasiados boletos y el día previsto para la rifa se aproximaba. Decidimos solicitar apoyo a los paisanos radicados en Chicago. Contactamos a algunos líderes para y mostraron interés en ayudarnos. Pedí a don Tomás Pérez Luna, Tesorero Municipal, que me acompañara; los paisanos mayores lo conocían bien y su sola presencia generaba confianza.
Era la primera vez que una autoridad municipal los visitaba y hubo entusiasmo. Arturo Monroy, José García, Héctor Marín y la “Guesa”, organizaron un baile y el local resultó insuficiente; los espacios se agotaron. Nos dieron un cálido recibimiento, compraron un considerable número de boletos para la rifa de la camioneta y entregaron al Tesorero las utilidades del baile. Los boletos restantes, que no eran pocos, los compró Amadeo Fabela y para su fortuna, resultó ser el ganador de la camioneta. Una aportación posterior del Gobierno del Estado, de ciento cincuenta mil pesos, serviría para concluir el edificio que concebimos como el CENTRO CULTURAL DE INFORMACION Y CONSULTA. El Gobierno Municipal siguiente, lo destinó para el uso limitado que hoy tiene: “Casa de la Cultura”.
El principal problema de nuestro Pueblo hoy en día, sigue siendo de cultura. La lectura y el conocimiento, son directamente proporcionales al nivel cultural y según el INEGI, los mexicanos leemos en promedio menos de un libro al año, por motivo de estudio, trabajo o interés cultural; lo que es deplorable.
Es impostergable el diseño y ejecución de un Plan de Desarrollo Integral de Largo Plazo, que anteponga sobre cualquier consideración, el desarrollo cultural y el progreso de nuestra sociedad.