Sucedió así Por: Lic. Sergio López Melchor.
El Embajador de Francia, Paul Dijoud, había aceptado la invitación a visitar nuestro municipio. Era un personaje de amplia cultura, muy accesible y en extremo amable; con impresionante trayectoria como ministro y diplomático. Días antes, me recibió en la embajada y le expuse nuestro interés por una relación permanente de intercambio tecnológico, cultural y turístico con su país. Habíamos escrito a varias embajadas, pero solo mostraron interés, las de Francia y España.
Llegó puntual a la cita. Era una soleada mañana de octubre. Engalanaban el hemiciclo las banderas de los dos países. Dieron un toque de solemnidad al acto cívico, los himnos de las dos naciones y el matiz de espontaneidad y simpatía a cargo de grupos de niños, que hicieron lucir el escenario.
Siguieron los discursos de bienvenida y agradecimiento, por la excepcional visita del distinguido huésped y su comitiva. Después, sin mayor protocolo, lo saludaron algunos ciudadanos y en un ambiente de cordialidad nos encaminamos al Palacio Municipal, a la simbólica entrega de la llave de la ciudad. La noche anterior, nos desvelamos porque no habíamos hecho la bandera y no localizábamos el himno de Francia, hasta que Mundo Quintero dijo: “Yo lo tengo; es La Marsellesa”.
No podía faltar en el recorrido, además de Los Azufres, que lo impresionaron mucho, por su belleza y potencial, la visita al Convento de la Trapa. Años atrás, llegó a nuestro pueblo un pequeño grupo de monjas de la Orden Cisterciense, provenientes de un País de las Galias. Eran muy laboriosas; sembraban la tierra y ordeñaban sus vacas. Ya en el convento, fue para las Hermanas una visita muy emotiva, en especial para quienes compartían la nacionalidad con el Embajador, quien resultó ser amigo y compañero de legislatura, del papá de la Madre Superiora y la plática se volvió de lo más cordial y amistosa.
Quedó gratamente impresionado con nuestra riqueza natural y cultural y la hospitalidad de nuestra gente. Convencido de unir esfuerzos e iniciar una fructífera relación de amistad y cooperación mutua, lo expresó así, en algunos párrafos de su posterior carta:
Fue para mi motivo de una gran emoción recibir las muestras de afecto de las autoridades y de la sociedad hidalguense y constatar, asimismo, su gran entusiasmo por avanzar en el terreno de la cooperación franco-mexicana en Ciudad Hidalgo.
Estoy convencido, como se lo dije en aquel momento, que la amistad es el principio de todo gran proyecto y la imaginación la clave del éxito. A este respecto, quiero informarle que he movilizado ya a los diferentes servicios de esta Embajada para corresponder al gran interés por Francia que pude constatar en mi reciente visita a su municipio, de la cual guardaré siempre un imborrable recuerdo.
Grandes retos comunes tenemos que afrontar en el ámbito cultural…… En materia de cooperación comercial, industrial y técnica, tengo mucho interés en avanzar firmemente en la explotación del encino y en el aprovechamiento de las enormes posibilidades turísticas que ofrece la región.
Espero regresar muy pronto a Ciudad Hidalgo, evidentemente, pienso hacerlo también en compañía de mi esposa Maryse, quien estoy seguro quedará encantada con la gran belleza de la región. Paul Dijoud
Al poco tiempo, transfirieron al embajador. Visitamos una vez más la Embajada, ya con su nuevo titular, Bruno Delaye. Nuestro tiempo también concluyó y no hubo seguimiento.
El municipio de Hidalgo es único y excepcional. Al frente del ayuntamiento, pude apreciar mejor, el gran potencial que tiene nuestra tierra; pude entender que nuestros limites son la imaginación y que dar un verdadero impulso al desarrollo del municipio, es una labor que tienen que hacer conjuntamente, gobierno y sociedad.
El problema de México no es de riqueza, es de cultura.